jueves, 27 de junio de 2013

Opium Warlords, We Meditate Under the Pussy in the Sky


(Svart, 2012)

Proyecto individual de Sami Hynninen (Albert Witchfinder de los míticos Reverend Bizarre), artista muy creativo y brillante, quien en este disco explora raros paisajes esotéricos con un lenguaje nuevo, inventado sobre la marcha, que tal vez podría ser definido, muy en general, como doom experimental, siempre que se tenga en cuenta que eso son sólo palabras para orientarnos a priori. En realidad la música en este disco es mucho más amplia y audaz que cualquier etiqueta ya acuñada, si bien es verdad que el doom parece el punto de partida, el epicentro de la experiencia, lo cual no es de extrañar hablando de quien hablamos. Pero hay mucho más aquí: un espíritu próximo al folk psicodélico a veces, mucho drone y noise, un poquito de rabia black, algo de rock progresivo incluso, como sutil aderezo al experimento. El gusto por las texturas sonoras y el crepitar eléctrico de las guitarras, que tanto enriqueció los discos de Reverend Bizarre, es uno de los sabores especiales aquí. Un órgano de iglesia, una batería marcial, un bajo poderoso e hipnótico, y ante todo la oscuridad profunda y comprometida que tan bien conoce este señor. Todo lo convierte en un disco coherente y afinado, una muy personal exploración que tal vez resulte especialmente atractiva para uno que haya amado y conectado con la música de Reverend Bizarre, como servidor; muy diferente, desde luego, pues aquí hay muy poco de "tradicional", pero ahí está el espíritu, y sobre todo la creatividad y el sentido de la belleza de su principal artífice, que es lo que más importa, me parece. En todo caso, cualquiera que disfrute del buen doom sin limitaciones o simplemente del rock experimental, debería prestarle atención. Es un pequeño disco perfecto, lleno de vida y pasión, para disfrutar con mente abierta, calma y fascinación.

domingo, 23 de junio de 2013

Daniel Higgs, The Godward Way


(Latitudes, 2013)

Cualquier cosa que hace este hombre es una experiencia extraña e intensa, un resonar de vibraciones de un mundo no cotidiano que subyace a este de apariencias y emerge en cuanto suena su voz y sus dedos hacen bailar las notas, de su campo energético a tu campo energético. O eso, o estoy tan pillado ya por su sonido, es tan clara la conexión, que mi capacidad de valorar, comparar y analizar se desconecta y todo me parece simplemente perfecto; seguramente hay que dar gracias por eso. Este disco es 23 minutos y pico de la magia de Daniel Higgs. Sí, hemos oído antes esas melodías, esas progresiones, o, para no engañarnos, digamos que otras parecidas; pero cada grabación en directo de este músico-chamán es un acto de creación sobre la marcha, de composición improvisada sobre motivos anteriores, como la Creación con mayúscula, que no nos queda otra que contemplar (¡oh, sinestesia!) y sentir con reverencia, en silencio, disfrutando la revelación de la verdad a través del sonido de su virtuoso divagar de cielo en cielo: ¡todo es nuevo!