viernes, 29 de marzo de 2013

Guapo, History of the Visitation


 (Cuneiform, 2013)

Esta vez, Guapo han pasado de convencionalismos y, en lugar de intentar hacer un disco de canciones (dentro de los parámetros no precisamente convencionales del progresivo), se han metido de lleno en una odisea asombrosa de esas que te dejan preguntándote cómo es posible que haya una banda detrás de ese maremágnum. Y es que los veintiséis minutos de "The Pilman Radiant" son un auténtico viaje de rock progresivo sinfónico instrumental, un poco al estilo de Änglagård, donde las apabullantes habilidades técnicas de los músicos se disuelven en una historia, una sucesión de escenas en la que puedes entrar si te metes de lleno en la música, un sueño con su impecable guión narrativo, que se habrá de traducir a imágenes en tu imaginación.

Mantienen su enlace con la oscuridad extraterrena del Zeuhl, que se hace más presente en el dark ambient de "Complex #7", con sus fríos sonidos metálicos y electrónicos escribiendo la transición hacia "Tremors From the Future", la tercera y última pieza del disco, donde, desde unas bases más cercanas al krautrock, vuelve a asomar la cabeza el lado paranoico de su pasado Zeuhl, contando la historia de una huida alocada hacia no se sabe dónde, cuya ansiedad se ve suavemente mitigada por el groove de ese órgano repetitivo y las ocasionales reflexiones guitarrísticas, que parecen luchar en medio de la locura eléctrica por encontrar un sentido a esta existencia. El clímax crece y los músicos parecen decididos a encontrar la respuesta en medio de la vorágine del fin del mundo, hasta que de pronto emerge una paz imprevista de la acelerada ascensión hacia un cielo indeterminado, y la base en tierra pierde el contacto: la música ha pasado a otro nivel vibratorio no perceptible por tu equipo.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Reverend Bizarre, III: So Long Suckers



(Spikefarm, 2007)

La tercera gran obra de Reverend Bizarre, el retorno al vacío del que surgieron, el último sagrado sermón sobre la oscuridad, el arte y la muerte. Espectacular. No podrían haber cerrado el ciclo de una forma más majestuosa. Era difícil imaginar esto después del segundo álbum, Crush the Insects, tan puritano, clasicista y directo. Aquí lo que hay sigue siendo una lección magistral de Doom tradicional, pero con el nivel de grandiosidad y épica elevado al máximo, y un tono experimental nunca antes llevado tan lejos. No es de extrañar, dado que es un final deliberado, un sacrificio y un cierre, una muerte que había de ser épica, para un proyecto, o misión, que revitalizó un género con una fuerza y una personalidad fuera de lo común. El final tenía que ser a lo grande, y pusieron toda la energía en el esfuerzo.

Son dos discos de una hora cada uno, y no sobra ni un minuto. Se toman su tiempo para desgranar ad infinitum sus pesadas composiciones, a veces lentas como marchas fúnebres de un mundo denso y gris, otras aceleradas con los ritmos energéticos de repetitivos mantras guitarreros. Hay un progreso visible desde el trabajo anterior en las habilidades técnicas mostradas por los tres miembros de la banda, o más que un progreso, un salto: todos ellos brillan como nunca antes, sacando de sus instrumentos mucho más de lo que uno esperaría en el género, recreando a veces un cierto espíritu de jam pero a su modo sosegado y tétrico, casi jazzístico, donde la batería y especialmente el bajo, como en general en todo el disco, son los principales protagonistas. De igual forma, Albert canta con una mayor amplitud de registros, y su impresionante voz de tenebroso predicador te hiela los huesos con su vibrato, y vuelve a emocionar y a transmitir como en esa gran obra maestra que es In the Rectory of the Bizarre Reverend, su inspiradísimo debut. Ciñéndose a su propio dogma, a lo que son capaces de hacer dentro de los límites marcados por el lenguaje elegido y sus instrumentos, llegan hasta las últimas consecuencias, en un disco que vibra con el amor depositado en su confección. El resultado es una obra de arte, desde la hermosísima portada, pasando por cada una de las canciones, un monumento cada una de ellas, hasta los últimos sonidos escondidos de ultratumba, que parecen sugerir una transición a otro mundo, donde el Reverendo Bizarro sigue acaso tocando ante una audiencia incorpórea, cuyos ecos nos llegan distorsionados como a través del velo de la muerte.

Oscuridad, blues, psicodelia, el espíritu del hard rock de los 70, todo ello vivido y bebido en las fuentes, y hecho carne en la forma de un Doom metal apocalítico y tradicionalista no carente de sentido del humor y autoironía, Reverend Bizarre se convirtieron en leyenda y dieron fin a su fascinante carrera con este tremendo disco que revela a unos músicos en la cumbre de su inspiración e interacción como banda. Asusta pensar lo que podrían haber hecho de haber continuado. Nunca lo sabremos, pues fue un final definitivo, como desde entonces se han encargado de dejar bien claro. Quién sabe, sin embargo, si habrá renacimiento tras esa muerte. En todo caso, nos queda el apabullante testamento de una banda que es ejemplo de lo que puede ocurrir cuando se explora la creatividad con entrega a unos límites concretos y definidos. Doom what thou wilt!

sábado, 9 de marzo de 2013

Goat, World Music


(Rocket, 2012)

Un disco sorprendente y heterogéneo de rock mágico, expansivo y directo, lleno de flechas certeras que parecen haber sido lanzadas en plenos años 70 para, tras atravesar dimensiones desconocidas en un imposible viaje en el tiempo, acabar clavándose en esta oscura pista de baile del fin del mundo, dividida entre el hedonismo y la necesidad de retorno. Goat traen lucecitas y alegría para pasar un buen rato en ese ambiente, con un sonido retro muy cuidado y excitante en voz e instrumentos, como esos teclados de otras eras y unas percusiones tribales que enriquecen mucho el guiso. Me quedo especialmente con "Disco Fever" y su teclado efervescente, además del misticismo de ese relajadito viaje psicodélico que se marcan en los últimos siete minutos y medio del disco. Energético y colorido.

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An expansive and direct magic rock album, quite surprising and heterogeneous, full of accurate arrows which seem to have been thrown in the 70s and, after passing through unknown dimensions in an impossible time travel, reached this dark dancefloor in the end of the world, so divided between hedonism and the need to return. Goat brings lights and joy for it to have a good time, with a very exciting retro sound both in vocals and instruments, such as these keyboards from another ages and these tribal percussions which enrich greatly the stew. I'm especially into "Disco Fever" and its effervescent keyboard, and also the mysticism of this calm psychedelic trip they play in the last seven and a half minutes of the album. Energetic and colorful stuff.

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y un bonito y caleidoscópico vídeo para "det son aldrig förändras / diarabi":
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