jueves, 12 de abril de 2007

Svalastog, Woodwork


(Rune Grammofon, 2006)

Per Henrik Svalastog, veterano de la escena electrónica escandinava, encontró un día entre las cosas de su abuelo una vieja cítara noruega y decidió dar un paso decisivo en su exploración musical. "De la electrónica a la música folk. Volver a los orígenes. Tradición y naturaleza", se dijo. De modo que comenzó a experimentar y a improvisar con instrumentos arcaicos como un Bukkehorn (un cuerno de carnero) y el Harpeleik ya citado.

Sobre la base acústica de estos instrumentos tradicionales, el autor elaboró un trabajo brillante en el que los sonidos arcaicos, procesados por ordenador, componen un conjunto armónico de piezas hipnóticas y delicadas con una gran belleza y energía. Las melodías van surgiendo por sí solas como variaciones de un mismo tema, a través de unos patrones rítmicos tribales, sencillos y discretos, que recuerdan la precisión de un metrónomo. Juegan un papel vital los silencios, los toques inesperados, delicados, las texturas luminosas, naturales. El resultado es un conjunto de composiciones que dan la sensación de ser repeticiones de una melodía básica, subyacente a la diversa totalidad del disco. Cada uno de los diez temas aporta un matiz distinto a la visión global de un todo orgánico que se aprecia en su justa medida en varias escuchas completas y atentas.

Woodwork es un disco redondo de música experimental, original y agradable. Su tono sereno, tranquilo y natural evoca los bosques noruegos con la efectividad de los buenos experimentos electroacústicos y encandila poco a poco, a cada escucha, sin prisa pero con la precisión rítmica de un reloj o del goteo de la lluvia.

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